Libertad es siempre la libertad del que piensa distinto.


Rosa Luxemburgo

lunes, 30 de junio de 2008

Radicalmente desescolarizados

III Edición del Carnaval EeF.

¿Para qué?

Un día cuando Axel tenía tres años y medio una amiga nos regaló una serie de cuadernos para 4 y 5 años, esos mismos que rellenan sus alumnos en un colegio público en Barcelona. Axel empezó entusiasmado a hacer el primero: pegó en unas cuantas series de pegatinas en su lugar, respondió a unas cuantas preguntas rodeando con un círculo la respuesta correcta… Parecía ya un poco desilusinado, cuando llegó a una que pedía colorear las ovejas de amarillo y no se qué de azul me miró sorprendido.

- ¿Para qué? ¡Hay muchas!

Ciertamente había varias ovejas y no le gustaba la idea de pasarse tiempo coloreando. Le dije que lo dejara, que si no quería hacerlo no siguiera y se alegró mucho. Me dijo que eran muy aburridos estos cuadernos y no se aprendía nada. Me puse a pensar. Un niño de tres años dice que no aprende nada con una cosa creada para su edad….. y es verdad, todo estaba enfocado para evaluar sus conocimientos, eran exámenes encubiertos. Disfrazados de juego. Para consumir los aplausos y los “muybienes” pero a él que no conocía esos premios le tenían sin cuidado.


Cuando mi amiga le preguntó si le gustaron las fichas le dijo que no mucho, que no entendía porque mandaban a colorear a todas las ovejas del mismo color y todos los otros bichos del otro. Ella explicó que es para que el meastro vea si el niño sabe distinguir a los animales y si sabe los colores. A lo que el repondió:

- Si lo quiere saber porque no se lo pregunta. Sería mucho más rápido y se ahorraban colorear todo eso.

Esa fue una de las primeras enseñanzas (de las que me di cuenta) que me regaló mi niño. Siempre lo tengo presente: ¿Para qué?
Allí dejó las fichas y hasta ahora.

El camino

Cuando volvimos a España ni siquiera me preocupé por saber las leyes educativas. Me parecía obvio que el lugar de mi bebe de tres años estaba al lado mío, con la teta a disposición y brazos donde dormir y oreja donde susurrar y besos para todo.Unos cuantos niños de amigos eran suficientes para sentirse además parte de una sociedad mucho más grande que la familia y jugar y jugar y jugar...

Yo me crié en un país donde la escuela no empezaba hasta los siete años, que nos proporcionaba una infancia larga y llena de juegos. Empezábamos en septiembre a aprender las primeras letras y dos, tres meses después todos leíamos y escribíamos con soltura. Tanto que para Navidades regalábamos unos cuentos escritos por nosotros mismos. No existía el fracaso escolar a estas edades, no existía la hiperactividad. Éramos 35 en el aula y no había posibilidad de ocuparse personalmente de nadie, pero aun así creo que era un espacio pensado para los niños. Pasábamos en el cole 3 o 4 horas y casi no nos mandaban deberes a casa. Los padres no usaban la escuela como aparcaniños. Era impensable. Normalmente ambos trabajaban y eran los abuelos tíos y hermanos (¡la familia!) quienes se ocupaban de los niños en ausencia de los padres. Si uno quería llevar a su hijo a la escuela un año antes tenía que pasar por unos test de madurez (no de conocimientos) y eran muy pocos los que los superaban.
Así que jamás pensé que podía haber sistemas que se apropiaran de los pequeños metiéndolos en unos esquemas inadecuados y caducos. Pero ese era y es el sistema educativo aquí. No iba a reproducirlo en mi casa, para mí es un sistema ajeno, incomprensible, difícil de justificar. Con alivio recibí la noticia que a estas edades no era obligatorio, que la gente llevaba a sus hijos allí por voluntad propia.

Mientras tanto mi niño crecía y mostraba cada vez más necesidades e intereses que nos obligó a buscar más información.

Fue entonces que un poco por casualidad hemos dado con ALE y vimos que había padres que se han salido de esta vía y estaban dispuestos a ayudarnos, a informarnos. Iba enterándome poco a poco que aquí no estaba regulada la enseñanza en familia, que existían métodos y pedagogías diferentes. Pronto llegaron las lecturas, llamadas, discusiones…Una hermana me hablaba maravillas de las escuelas Montessori donde llevó a sus hijos, otra del modelo Freinet que se implantó en el colegio público de su hija, Jaume me respondió cuando preguntaba por unschooling, palabreja desconocida que sonaba a esperanza. A todos ellos les estoy muy agradecida. Me encontré en sus historias y en sus palabras. Por fin vi que el aprendizaje se podía extender a toda la vida de los adultos y de los niños sin llevar la etiqueta de loco.

Ese era el único modelo que se adaptaba a mi niño. El de servir sus necesidades y confiar, confiar en sus deseos, en sus capacidades. Cada vez que yo intentaba dirigir e imponer acababa con su interés y era frustrante para ambos.

Y una vez decididos a no escolarizar: ¿llevar la escuela a casa?

Creo que es una solución relativamente cómoda para los adultos y muy difícil para los niños. (Pues asumo que los niños siguen más sus instintos que las ordenes más elaboradas y que son “no-obedientes” por naturaleza, que se defienden a toda costa de ser confundidos y manipulados y por eso se oponen a menudo a nuestras razones.)

Hasta los más convencidos de los beneficios del homeschooling te piden mostrar fichas, dibujos, trabajos escritos, mostrar que aprende, que no hace el vago, que se esfuerza, que practica, que responde a las preguntas difíciles…. Todo basado en la lógica cerebral del adulto. ¿Y sí las multiplicaciones las haces juntando los palillos en la arena? ¿Y si dibujas con humo de colores sobre el aire? ¿Y si practicas las sumas haciendo compra en el super? ¿Si las palabras las usas para crear cuentos absurdos tipo Rodari contados al oído de mamá por las noches? ¿Qué se supone que debamos hacer? ¿Poner un dictáfono en la almohada? ¿Y para que queremos eso? De nuevo el mismo ¿para qué?

Me parece que solo para la satisfacción de los demás, nunca la suya.

Un día necesitará un título…

¿deberíamos mirar a tan largo plazo y procurarle un currículo con el que pasar los exámenes libres en un futuro? Es una decisión difícil y la hemos tomado…

De lo que más se queja mi hijo cuando habla de los amigos escolarizados es esa incomprensible gana de ser el mejor, ser reconocido como “el más”, de superar a los demás aunque fuera con trampa, esa absurda necesidad creada artificialmente de COMPARARSE.
Nosotros no queremos que vea eso como algo normal, pues nosotros tampoco lo vemos normal, solo común nada más. Siempre le digo que la rosa no crece contra el clavel. Su belleza no compite con la belleza del otro, si acaso la recalca.

¿La escuela tradicional en el hogar?

Ojalá fuera tan sencillo, ojalá eso fuera así…

Ahora mismo estaría de vacaciones, sin tener que responder las constantes preguntas y estar alerta durante todos los días del año de lunes a domingo a cualquier hora. No estaría pensando por las noches donde encontrar los bañadores en invierno y esquís en verano. Como es que “el núcleo de la molécula se separa para crear una explosión nuclear tan potente”. Se habría terminado el curso, habríamos puesto las notas en forma de cifra o dibujito, da igual, habríamos terminado una etapa, cerrado los proyectos, habríamos averiguado que nivel académico tiene en diferentes asignaturas. Eso nos habría dado una imagen de padres serios, competentes y pegados a la tierra, una imagen que alguna vez deseo para poder lucirla ante toda la sociedad que duda de nuestras ideas.

Pero la vida como siempre tiene otros planes, que nunca se nos habrían ocurrido si no fuera por la observación atenta y amorosa de nuestro hijo.

Si yo creyera...

A menudo estoy pensando que eso es como la fe. Uno cree y otro no cree. No hay nada que puede convencer al uno o al otro. Ninguna evidencia “cientifica” puede invalidar nuestras creencias. Así pasa también con las pedagogías. Lo bueno es tener la libertad para decidir que y como quiero que aprenda mi hijo. Todo eso basado en nuestras ideas y no las de un ministro o inspector o algún charlatán de moda.

Si yo creyera que los niños necesitan a los adultos para que les enseñen y programen su aprendizaje evidentemente buscaría un buen colegio con unos buenos maestros. Tal vez me cambiara de ciudad, de región incluso, si eso me garantizaba una educación acorde a mis ideas. Si eso no fuese posible llevaría esa misma idea a casa e intentaría reproducirla. Pero por el contrario yo CREO, (es como decir ESTOY CONVENCIDA), que los niños nos necesitan para evitar eso precisamente: la programación, da división por asignaturas, esperan que les protejamos de lo obligatorio, de lo que “hay que…” en la medida de lo posible. Esperan madres y padres complacientes. Y sobre todo necesitan tenernos a su disposición para buscar respuestas. No vale hacerles esperar eternamente.

Hay gente amante de las rutinas y eso evidentemente es legítimo y mayoritario, pero nosotros somos de los que no soportan rutinas de ningún tipo que también creo legítimo aunque suene a anarquía, otro término negativo para las mayorías. Si yo creyera que las rutinas son sanas organizaría la vida de mi hijo de otra manera. Es relativamente fácil organizar la vida al torno a las rutinas y en caso de necesitarlas seguramente no me costaría “programarlas”, sin embargo me costaría muchísimo seguirlas. Así lo ve también mi marido y por supuesto mi hijo. Temo que perdería la espontaneidad pues funcionar con el piloto automático puesto, creo que quita la belleza a la vida. A mí no me da ni seguridad, ni calma, más bien aburrimiento y tristeza. La gente no me cree, pero me agobio en ciudades que solo permiten un camino de ida y vuelta y siempre que sea posible intento volver por otro camino. Me resulta necesario, no sé explicarlo.

Yo no asocio las rutinas con nada bueno, vivo así desde que era pequeña. Desde entonces me dejaban alucinada, las veía en casas ajenas, no en la mía. La escuela por supuesto era algo presente a diario pero no rutinario, ya que cambiaban los horarios y las asignaturas a diario y tampoco existía algo así como “horario escolar” ni “la hora de la comida”. No era una vida demasiado estructurada y dejaba mucho margen para vivir autónomos y sin agobios. Algo así como la Ciudad de los Niños de Tonucci.

Si yo creyera que hay temas para su edad y otros que el no es capaz de entender separaría la vida en cosas “de niños” y otras “de adultos”. Prepararía sus clases de forma lúdica y divertida, comprobaría los resultados de los test para ver si el lunes seguimos explicando o pasamos a otro tema…. Y me iría a descansar.

Le leería solo libros para niños y vería solo cuentos “para niños”. Obviaría su deseo de ver documentales sobre la formación del espacio o el movimiento de placas ya que estos temas no son para niños de 5 o 6 años y tampoco le traduciría poesías de Norwid, mi poeta favorito sintiendo que estoy perdiendo el tiempo porque ¿Cómo va a entender estas cosas?

No le hablaríamos de un electroimán sin haberle dado los principios de magnetismo bien explicado y cuando insistiera a experimentar con él le diría que cada cosa a su tiempo. Tampoco le hablaríamos de los números primos que surgieron de repente sin haber hablado de los pares e impares.

Obviamente no puedo hacerlo así porque sí creo que vale la pena, porque sí siento que le interesa y me lo pregunta una y otra vez y me pide más. Y más y más….

Temas que me hacen reconocer mi ignorancia a pesar de haber estudiado una carrera y que me hacen aprender de nuevo, esta vez prestando atención, no para aprobar (que siempre se me daba bien), sino para saber realmente.

No quiero que se llene la cabeza de cosas que no sean significativas para él, cosas impuestas, informaciones inconexas, temas ajenos. Prefiero seguir su intereses confiando en que él sí sabe “por qué”.

Si hiciera la escuela en casa tal cual siempre me sentiría que le hago esperar demasiado para responder a sus preguntas del momento. Con la frase “eso no toca ahora” sepultaría esa oportunidad de aprender justo en el momento cuando surge la pregunta, saberse escuchado, saberse protagonista de su propio aprendizaje y poder seguir ese hilo invisible que ha tejido el solito en su cerebro. Para mí su cerebro es un lugar sagrado. Es algo admirable y es para siempre. De estos primeros aprendizajes y su calidad dependerá todo el edificio que él pueda construir en el futuro, cuando nosotros tal vez ya no estemos para ayudarle a comprender.

Tal vez eso se pueda ver como un radicalismo innecesario, pero asumimos las criticas pues para nosotros ser radical no es nada negativo. Intentamos vivir acorde a nuestros principios: ser radicalmente humano, radicalmente honrado, radicalmente desescolarizado en provecho propio, de la sociedad y el mundo que nos rodea.

Intentamos digo, pues es lo único que depende de verdad de nosotros.

Si creyera que existe algo mejor para Axel no dudaría en ningún momento cambiar de idea.

jueves, 19 de junio de 2008

Carnaval Educando en Familia III edición

La III edición del Carnaval Educando en Familia ya está en marcha.
Pásense por el blog de Paideia en Familia donde Paloma explica todos los detalles. En esta ocasión el tema es:

No llevamos a nuestros hijos al colegio, pero ¿llevamos el colegio a nuestra casa?

Si educas en casa y te apetece participar pero aun no tienes tu blog puedes escribir también y se lo mandas a Paloma. Si te apetece publicarlo en Libres como el Volcán tienes mi blog a tu disposición.

lunes, 16 de junio de 2008

Instrucción en familia: una alternativa que puede servir como ejemplo a la escuela

Junto con XaManZ¨hemos traducido del francés un texto sobre IEF (instrucción en familia, como lo llaman allí). Este artículo nos ha llegado a través de LEDA (Les Enfants d`Abord -Los Niños Primero) la asociación francesa que agrupa las familias que educan en casa en el país vecino y está escrito por una mamá que enseña en familia y, como sabemos, ellas son las mayores expertas en este tipo de educación.
Os lo dejo en español, para que lo disfrutéis...

Instrucción En Familia: una alternativa que puede servir como ejemplo a la escuela.

miércoles, 4 de junio de 2008

Otra familia homeschooler con problemas.

Una nueva familia con problemas y esta vez también en Andalucía. ¿será que les ponen algo en la comida a los funcionarios en aquella tierra ?
Azu ha hablado con ellos y nos lo cuenta todo en su blog.
Hay una carta que podemos firmar y enviar por mail, ocupa poco tiempo y puede ayudar mucho. Parece que la administración no se ha enterado aún que los que tienen delante no son los únicos que decidieron educar en casa en este país.
¿Porque será tan fácil en algunas comunidades autónomas y en otras te vengan a amenazar y molestar? Educar en casa no es un camino fácil. Lo más fácil es dejar al hijo en la puerta del cole y desentenderse de su educación delegandola a los maestros y al estado.
Todo nuestro apoyo a las familias denunciadas, no os olvideís que os acompañamos en todo.
no os olvidéis que lo "normal" no siempre es lo más sano, ni lo más conveniente, ni lo más responsable.
Solo es lo más común.

Me permito añadir otro texto legal europeo, nada menos que la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, donde se reconoce la educación como un derecho (y no una obligación) y deja a los padres y no al estado la decisión sobre el modo de educar y enseñar a los menores mencionando incluso las razones pedagógicas, no solo ideológicas y religiosas. El estado solo tiene la facultad de regular este derecho no tiene potestad de obviarlo o negarlo.

CARTA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA UNIÓN EUROPEA

Mirar: Capitulo II LIBERTADES

Artículo 14. Derecho a la educación

1.- Toda persona tiene derecho a la educación y al acceso a la formación profesional y continua. Este derecho incluye la facultad de seguir gratuitamente la enseñanza obligatoria.

2.- Se garantizan, de acuerdo con las normas nacionales que regulen su ejercicio, la libertad de creación de centros docentes dentro del respeto de los principios democráticos, así como del derecho de los padres a asegurar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas.